Siempre me ponía en último lugar.

Soy la mayor de 3 hermanos, crecí mientras Japón comenzaba a recuperarse de las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Mi madre estaba ocupada manejando una guardería, así que yo tenía que cuidar de mis hermanos menores. A medida que me hacía mayor iba sintiendo un profundo respeto por ella. Me convertí en maestra de párvulos y trabajé con ella en la guardería.

Me casé con mi marido cuando tenía 27 años. Mi nueva vida comenzó en su casa donde mi esposo y yo vivíamos con mis suegros y mi cuñada. Siempre traté de leer sus estados de ánimo porque sus padres eran difíciles de complacer. Tenía que poner mis necesidades en último lugar y realizar para ellos lo que fuera necesario, incluyendo masajear las piernas de mi suegro cada noche.

Doce años de lucha contra el reuma

Después de casi terminar de criar a mis hijos a la edad de 49 años, empecé a experimentar un dolor agudo en todo mi cuerpo. Lo diagnosticaron como reumatismo. Es una enfermedad del tejido conectivo, pero la causa de esta enfermedad no ha sido claramente identificada.

Mi cuerpo pronto comenzó a anquilosarse. El medicamento que el médico me prescribió no era completamente efectivo e incluso cuando funcionaba, sólo me aliviaba el dolor hasta cierto punto. Mi dolor insoportable era constante e incluso iba a varios médicos para que me recetaran más analgésicos y así poder tomar más píldoras aun sabiendo que no era bueno para la salud. Los médicos naturalmente me dijeron que parara pero no lo hice. Día tras día, desde mi cama miraba el techo de mi habitación preguntándome cuando podría liberarme de aquel dolor. Era tan terrible que pensé que era preferible morir a tener que soportar tal agonía.

Un día me acordé de los hechos – mi madre había muerto de reumatismo a los 58 años, mi suegra había desarrollado reumatismo a los 55 años y mi abuela había muerto de la misma enfermedad a la edad de 64. Tomé más medicamento que de costumbre para alejar la ansiedad y el miedo que sentía. Hacía doce años que sufría de reumatismo.

Renacimiento

En medio de tal desesperación, oí hablar de Miross a través de un amigo. Cuando asistí a un seminario de Miross por primera vez, el profesor me preguntó,

“¿Te tratas bien y tienes buen cuidado de tu cuerpo? ¿Te quieres a ti misma?

Me eché a llorar, pero no sabía por qué en ese momento. Comencé a aprender el sistema Miross y observé mi vida lo que me permitió entender qué estaba sucediendo. Cuando era joven, tuve que cuidar de mis hermanos. Después de casarme, estaba totalmente dedicada a cuidar de mi suegro y de los demás miembros de la familia.

Nunca se me ocurrió cuidarme a mí. Nunca había pensado que me amaba. Sin embargo, después de estudiar el sistema Miross, entendí que había maltratado mi cuerpo, y estaba agradecida de estar viva en ese mismo momento sin importarme la condición física en la que me hallaba. Era emocionante saber por qué había sido víctima de esa enfermedad. En ese instante, mi dolor crónico simplemente desapareció. Sorprendentemente, ni siquiera sentí ningún dolor a la mañana siguiente. Recordaba que había tenido un dolor terriblemente insoportable como si me estuvieran perforando. No podía creer que pudiera llegar un momento tan agradable, después de estar en agonía durante 12 años. Desde ese momento, no he tomado ningún medicamento para el reumatismo.

Tengo 61 años, pero siento que mi cuerpo ha renacido completamente. Ahora me siento emocionada acerca de qué tipo de futuro podré crear y disfrutar con mi esposo.

¿Qué opina de esta historia? Ella fue capaz de entender su patrón de pensamiento mediante la aplicación del sistema Miross. Ella había creído que poniendo siempre a los demás por delante de ella era la única manera de que la quisieran. También se dio cuenta de que la vida difícil que tenía era producto de su autonegación y del trabajo duro, teniendo la abnegación como su fuerza motriz.

Se cree que el dolor reumático ocurre porque el cuerpo ataca a sus propias células y tejidos. Cuando ella dejó de atacarse a sí misma, el patrón de pensamiento que había heredado de sus padres terminó. Como resultado, el dolor que había durado 12 años desapareció en un instante. La tecnología del pensamiento de la nueva dimensión Miross tiene el poder de transformar vidas humanas a nivel del ADN.