El sentimiento de haber sido abandonada

“¿Por qué tengo que soportar tantos sucesos absurdos en la vida?” Eso es lo que me preguntaba cuando mi vida había descarrilado y reflexionaba sobre lo que había ocurrido en el pasado.

Todo empezó un día de verano hace unos 40 años cuando yo estaba en la escuela primaria. Volví a casa de la escuela y encontré que mi madre no estaba. En cambio, era mi padre que solía estar en el trabajo, quien me estaba esperando ese día. Sólo me dijo que recogiera mis cosas e inmediatamente me llevó a la casa de su padre. Recuerdo que me sentía muy sola sentada en una gran habitación en la que solo había cómodas antiguas.

Algunos días más tarde, me dijeron que mi madre había sido llevada al hospital ese día. Me sentía muy ansiosa mientras la esperaba sin saber cuándo iba a regresar. Fue la primera vez que sentí que alguien importante para mí se había ido. Esta resultó ser la primera de muchas pérdidas.

Pasaron varios días, pero no había señales de que fuera a regresar a casa. Una mañana, mi tía me dijo que me quedara en casa, así que lo hice, en lugar de ir a la escuela. Esperaba sola a que mi familia regresara y de repente, el cuerpo sin vida de mi madre llegó. Estaba muerta. Fue una reunión muy dolorosa. No me habían dicho que había muerto de cáncer de pulmón.

“¡Mamá!” Lloré gritando histéricamente, pero por supuesto, ella no respondió.

Fue aproximadamente en esa época cuando empecé a preguntarme qué tenía que hacer para ser feliz.

La vida a la que había renunciado

Cuando estaba en segundo grado, mi padre se casó con otra mujer. Estaba tan feliz de tener una nueva madre. Tenía la esperanza de que finalmente iba a tener una familia feliz con un padre y una madre, pero fue solo otra decepción. Una mañana cuando desperté, mi madrastra se había ido. Ella no se llevaba bien con mi tía, que también vivía en nuestra casa y se vio obligada a irse en medio de la noche. Después de hablar con la familia, decidió volver. Sin embargo, las peleas continuaron y finalmente se fue de nuevo cuando yo era estudiante de secundaria.

También me entristeció muchísimo el hecho de que mi hermana fuera adoptada por otra familia, y lo que es peor fue que mi hermanastra que era mucho más joven que yo, se suicidó. Mis sentimientos ya habían superado la mera tristeza y simplemente me aterré. Empecé a vivir con miedo pensando en lo que podía a pasar. No sabía cómo controlar este sentimiento de desesperación y de dolor.

Leí innumerables libros espirituales y asistí a seminarios de autoayuda, esperando encontrar la felicidad, pero nada pudo cambiar mi vida. Comencé a pensar, “Así que no hay nada que se pueda hacer con mi vida”.

Podemos cambiar nuestro destino

Cuando renuncié a la vida, me encontré con Miross. Miross me enseñó que es posible cambiar nuestro destino. Sentí un alivio inconmensurable al saber que el mundo que había estado buscando realmente existía. Realmente estaba allí.

Fui capaz de entender el “mecanismo” a través del sistema Miross, específicamente, la razón por la que había tenido una vida semejante. La verdad era que subconscientemente había guardado rencor hacia mi madre. Nunca lo había pensado, pero Miross me iluminó. Me di cuenta de que existía un sentimiento de enojo hacia mi madre por haber fallecido, básicamente abandonándome, “¡Si no te hubieras muerto, no habría tenido una vida tan desgraciada!” Sin embargo, subconscientemente, había reprimido esta cólera, diciéndome que no debía odiarla de esa manera. En su lugar, había tratado de glorificar su memoria.

“No soy amada.” “No debería haber nacido.” Este odio y negación de mí misma estaban profundamente arraigados en mi interior y se proyectaban en el mundo que yo veía. Las circunstancias trágicas que encontré sólo sirvieron para fortalecer mi odio por mí misma y crearon un ciclo interminable de autonegación.

El sistema Miross me hizo ver el “porqué” de lo que había estado buscando durante tantos años a través del mecanismo de mi pasado. Sorprendentemente, también me di cuenta de los beneficios irónicos de ser tan patética ya que esto hizo que la gente a mi alrededor me cuidara sin exigirme mucho.

Gracias al sistema Miross, pude entender este ciclo y darme claramente cuenta de que el amor, en realidad, estaba dentro de mí. Mi odio por mí misma no me había permitido verlo. Fue en ese momento que mi vida quedó libre de la sensación de abandono y se reajustó completamente.

Ahora trabajo en la industria de servicios y para mi sorpresa he tenido la oportunidad de encontrar a aquellas personas de las que me había sentido distanciada durante mucho tiempo. Un cliente, que antes iba en una silla de ruedas se recuperó completamente. Además, mis colegas empezaron a tener más respeto por mí, y mi jefe empezó a valorarme. Mi vida ha cambiado completamente. Ya no es la vida con el “sentimiento de abandono” sino una “vida donde todo se puede regenerar”. El sistema Miross ha cambiado la vida a la que yo había renunciado y ha transformado tanto mi pasado como mi futuro. He sido capaz de iniciar un camino de vida completamente nuevo.